Bloque IV Lectura 2
Estado democrático de derecho vs. Estado autoritario
Un gobierno que actúa de acuerdo con la ley se sustenta en el Estado de Derecho, pero esto no implica que es democrático. Existen muchos casos de gobiernos que cuentan con leyes bien definidas, pero donde no existe una democracia.
En una sociedad con un gobierno autoritario, las leyes generalmente son injustas y obstaculizan la participación de ciertos grupos en el proceso legislativo. Por ejemplo, Adolfo Hitler estableció leyes que le permitían al Estado la expropiación de los bienes de grupos con los que no simpatizaba: judíos, gitanos y comunistas; luego, aceptó más leyes que permitían el arresto y el asesinato de estas comunidades. Técnicamente la detención y la persecución de estos grupos minoritarios era legal; sin embargo, las reglas no se aplicaban de manera equitativa a todas las personas que vivían en Alemania. Los integrantes de estos grupos tampoco fueron consultados, no pudieron participar para el establecimiento de estas reglas y, mucho menos, fueron respetados sus derechos humanos.
Si bien es cierto que un gobierno autoritario puede basarse en la ley, las condiciones de los individuos son completamente distintas en un Estado democrático de derecho.
Características de un gobierno autoritario
• Las leyes pueden crearse y modificarse a capricho de los líderes autoritarios que sólo son responsables de sí mismos.
• Los funcionarios de gobierno pueden cambiar las leyes, muchas veces en beneficio personal o para discriminar a ciertos grupos con los que no simpatizan.
• Los ciudadanos carecen de mecanismos para defenderse de leyes injustas. Sólo les queda ofrecer sobornos, por ejemplo, para no tener problemas con las autoridades.
• Las leyes no se aplican por igual a todos los miembros de la sociedad y algunas personas se encuentran por encima de la ley. Líderes políticos, ricos, los que tienen buenos contactos y policías consideran que la ley no se aplica para ellos.
• Es probable que existan leyes para aprovecharse de la ciudadanía en lugar de protegerla. El gobierno puede ignorar las garantías jurídicas.
• Los policías pueden castigar a las personas bajo arresto, aunque no hayan sido sentenciadas por un juez. Las autoridades pueden matar o arrestar a las personas sin un juicio o apelación.
• La aplicación y el castigo dependen de la voluntad de líderes políticos y la policía, en lugar de pasar por un procedimiento establecido.
• En todos estos casos, el gobierno no está protegiendo el derecho de sus ciudadanos ni está siendo un Estado democrático de derecho.
Muchos países cuentan con leyes muy bien redactadas, pero si las leyes no se hacen cumplir, se convierten prácticamente en palabras en papel. No basta con decir que se protegen los derechos individuales y que todos son iguales ante la ley. En un gobierno autoritario, dos violadores pueden estar sujetos a dos sanciones distintas por el mismo delito, dependiendo de qué tan poderosos son o si tienen conocidos que puedan ayudarlos.
Una creciente evidencia muestra que la sociedad puede movilizar su propia cultura para sentar bases de apoyo popular para el Estado democrático de derecho; sin embargo, muchos reformadores continúan ignorando este enfoque. El gobierno ha orientado sus iniciativas casi exclusivamente hacia las instituciones: reestructuración de leyes, entrenamiento de jueces y fiscales, construcci6n de costosas instalaciones de investigación para la policía.
Estos esfuerzos, aunque valiosos, no abordan el tema de la cultura en general ni de la Cultura de la Legalidad, la cual promueve la importancia de respetar las normas y de defender los derechos de los ciudadanos ante la ley. Con demasiada frecuencia, los proponentes del Estado democrático de derecho abandonan el escenario cultural. Al hacerlo, ignoran una manera poco costosa, muy efectiva y duradera de profundizar la democracia y de fortalecer el Estado democrático de derecho.
Ningún gobierno democrático puede mantener la paz y el orden ni lograr la justicia social sin que la sociedad apoye al Estado democr6tico de derecho. Cuando una sociedad no cree en las bondades del Estado democrático de derecho, hacer cumplir la ley a través del temor al castigo se vuelve prohibitivamente difícil y costoso.