Tema 2.4 Enfoque de Género

Equidad de Género

Abordar el tema de género implica desigualarlo del sexo y aclarar la diferencia entre lo natural y lo social. El sexo es la diferencia fisiológica y anatómica entre ser hombres y mujeres e implica tres dimensiones: genética, hormonal y gonádico.

El género hace referencia a la construcción histórica y cultural del significado de ser hombre o ser mujer, implica conductas, valores, emociones, pensamientos, acciones que son reconocidos en unos(as) y descalificados en otros(as), implica entonces dimensiones diferentes: psíquica (lo que intelectual y afectivamente forma a una mujer o un hombre), social (las relaciones entre los individuos y los grupos, la organización de la vida colectiva y de las instituciones) y cultural (ideas, valores, creencias, tradiciones).

El género constituye lo femenino y lo masculino. Es un concepto que parte del cuerpo como construcción material y simbólica, lo cual inevitablemente nos lleva a analizar las relaciones que se establecen entre mujeres-mujeres, hombres-mujeres, hombres-hombres y explicar cómo y por qué sucede de esa manera y qué relación tienen con la conformación estructural (social, política, económica, religiosa, legal).

Esta construcción social del ser hombre o mujer influye no sólo en cómo nos concebimos y conducimos personalmente, también impacta en las formas de relacionarnos con otras y otros: qué decimos, hacemos, pensamos y sentimos, limitando muchas veces la posibilidad humana a lo "bien visto" socialmente como, por ejemplo, a ser un hombre fuerte que no llore ni demuestre sus sentimientos o una mujer sensible, aunque esa sensibilidad sea fingida.

La perspectiva de género implica analizar las diferencias y semejanzas entre ser hombre y ser mujer, sus posibilidades, sentido, expectativas, oportunidades y las relaciones que se dan entre géneros, así como sus conflictos cotidianos y en las diversas instituciones como la familia y la escuela. Cuando se analizan las relaciones entre géneros se observa que no son equilibradas; de hecho una de sus características es la desigualdad, una relación de poder y sometimiento.

Esta desigualdad entre hombres y mujeres reflejada en el ámbito privado y público es consecuencia de un sistema patriarcal que discrimina y excluye a las mujeres de la historia social y personal, usándolas como un objeto o un sujeto que sólo tiene valor en cuanto es para los demás; es objeto para la mercadotecnia, cuando se le valora como mercancía sexual y es valiosa para los demás cuando se le reconoce como la madre, la mujer abnegada, cuidadora, amorosa, aunque contradictoriamente necesita ser protegida por otro.

En el ámbito social observamos por ejemplo, que en los llamados "puestos de poder", sean políticos, económicos o sociales, las mujeres no ocupan el mismo lugar que los varones ni siquiera cuantitativamente, es decir, no existen las mismas oportunidades para ser Gobernadora, Directora, Senadora, Dirigente si se es mujer que si se es varón.

Aunque el asunto de género implica tanto a hombres como a mujeres, son éstas últimas en quienes se centran la mayoría de los análisis por ser un sector que durante muchos años permaneció "invisible". La emergencia de los problemas de las mujeres y sus luchas sociales condujo a una paulatina visualización que se manifiesta en muchos ámbitos: el reconocimiento de su racionalidad, personalidad jurídica, su inserción al mercado laboral o en actividades que hace algunos años eran consideradas exclusivas de hombres; pero falta mucho por hacer, pues la marginación y la violencia son prácticas comunes en muchos sectores.

Transformar asuntos personales genera necesariamente cambios sociales. Por ello es importante plantear que hablar de los asuntos de género es hablar de personas, de historias, de condiciones económicas y políticas, de necesidades, elecciones y acciones. Así, la perspectiva de género no sólo es la inclusión verbal de las mujeres en frases como las alumnas y los alumnos, las profesoras y los profesores; es más bien una herramienta que permite analizar la realidad como una construcción histórica y social de cómo se ejerce el poder.

Implica "sospechar" y detectar la violencia en donde aparentemente no había.

La escuela no está exenta de las diferencias de género: en los Objetivos de Desarrollo del Milenio: el camino hacia el futuro, de la Organización de las Naciones Unidas, se destaca el derecho a la educación no sexista al definir como objetivos estratégicos "lograr la enseñanza primaria universal y promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de las mujeres".

En la actualidad se puede hablar del logro de la igualdad formal en el sistema educativo en México, sin embargo, existen importantes retos para la eliminación de los estereotipos sexistas, especialmente en la erradicación del trato desigual a niños y a niñas por parte del profesorado que muchas veces transmite mensajes de manera inconsciente, que naturalizan la superioridad y la autonomía de los hombres y la inferioridad y dependencia de las mujeres; repercutiendo en la autoconfianza, autoestima y el proyecto de vida de las mujeres y reproduciendo de manera legitimada las relaciones desiguales de poder.

Por ello es necesario comenzar la "reconstrucción social", "reeducando" desde la escuela para fomentar una educación no sexista basada en el derecho a la igualdad y en la búsqueda de la cultura de la equidad; esto se logrará por medio de la creación de un nuevo modelo educativo que implemente una verdadera "cultura de equidad de género" que implica un proceso intencionado y por tanto consciente, de intervención educativa, que persiga el desarrollo integral de las personas independientemente del sexo al que pertenezcan y sin limitar capacidades con base en el género social al que correspondan.

17 Oriente s/n, Los Pinos, 75797 Tehuacán, Pue.
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